Gestionar las Emociones desde la Compasión: Un Acto de Amor Propio
- Claudia Pizzati
- 30 ene
- 4 Min. de lectura
¿Alguna vez te has sentido desbordado(a) por tus emociones, y en lugar de tratarte con amabilidad, te criticas? Es algo que nos pasa a muchos. Frente a una emoción difícil como el enojo, la tristeza o la ansiedad, solemos pensar: “No debería sentirme así” o “¿Por qué no puedo ser más fuerte?”. Pero, ¿qué pasaría si en lugar de juzgar lo que sientes, decidieras abrazarlo desde la compasión?

Recuerdo una ocasión en la que, después de un día complicado, me encontré peleando conmigo. “Esto no debería afectarme tanto”, pensaba, pero esos juicios solo intensificaban mi malestar. Fue hasta que me detuve, respiré y me hablé con amabilidad que comencé a sentirme mejor. Este pequeño cambio me enseñó algo importante: nuestras emociones no necesitan ser reprimidas, sino comprendidas y acompañadas.
Gestionar las emociones desde la compasión no solo reduce el estrés, también fortalece la resiliencia emocional. Vamos a explorar juntos cómo este enfoque puede transformar la forma en que te relacionas contigo mismo(a).
1. Reconoce tus emociones sin juzgarlas
Piensa en la última vez que te sentiste molesto(a) o triste. ¿Qué hiciste? Tal vez intentaste distraerte, ignorarlo o incluso te culpaste por sentirte así. Sin embargo, tus emociones son mensajes que vale la pena escuchar. Reconocerlas sin juzgarlas es el primer paso hacia una gestión emocional saludable.
Cuando sientas una emoción difícil, haz una pausa y pregúntate:
¿Qué estoy sintiendo exactamente?
¿Qué pudo haber desencadenado este sentimiento?
¿Cómo puedo validarlo sin criticarme?
Por ejemplo, si te sientes ansioso(a) por un proyecto, en lugar de pensar: “No puedo con esto”, prueba decir: “Estoy ansioso(a) porque este proyecto es importante para mí. Es normal sentirse así”. Este simple cambio de perspectiva te permitirá procesar tus emociones con más calma.
2. Usa la autocompasión como herramienta
A menudo, somos nuestros peores críticos. Pero imagina que un amigo te cuenta que está pasando por un momento difícil. ¿Qué le dirías? Seguramente lo animarías, le dirías que está bien sentirse así y que merece cuidado. ¿Por qué no ofrecerte esas mismas palabras a ti mismo(a)?
La autocompasión no significa conformarse o evitar los problemas, sino abordarlos desde el cuidado. Frases como: “Estoy haciendo lo mejor que puedo” o “Es normal sentirse así en este contexto”, te ayudan a ser más amable contigo mismo(a).
Ejercicio práctico: Dedica cinco minutos a escribir una nota compasiva a ti mismo(a). Reconoce lo que estás sintiendo y refuerza tu capacidad para superarlo con palabras amables.
3. Regula tus emociones desde el autocuidado
El cuidado de uno mismo no es un lujo, es una necesidad. Cuando enfrentamos emociones intensas, nuestro cuerpo y mente necesitan apoyo. Practicar el autocuidado en esos momentos puede marcar la diferencia.
Técnicas de regulación emocional:
Respiración profunda: Prueba la técnica 4-7-8 (inhala por 4 segundos, retén por 7, exhala por 8). Calma tu sistema nervioso y reduce la ansiedad.
Escritura emocional: Dedica unos minutos a plasmar tus pensamientos. Esto ayuda a aclarar lo que sientes y alivia la carga emocional.
Conexión física: Sal a caminar, estírate o realiza una actividad física ligera. El movimiento libera endorfinas que mejoran tu estado de ánimo.
4. Rodéate de un entorno nutritivo
Nuestras emociones también están influenciadas por el entorno. Las personas con las que compartes tiempo pueden tener un impacto profundo en tu bienestar emocional. Rodéate de personas que respeten tus límites, te escuchen y te apoyen en lugar de juzgarte o invalidarte.
Si una relación te genera más angustia que bienestar, es válido establecer límites o incluso tomar distancia. Recuerda: proteger tu paz emocional no es egoísmo, es autocuidado.
Reflexión: ¿Quiénes en tu vida te inspiran, te apoyan y te fortalecen? Dedica más tiempo a esas conexiones positivas.
5. Acepta que las emociones son temporales
Cuando estamos inmersos en una emoción intensa, parece que nunca va a terminar. Pero la verdad es que todas las emociones, incluso las más difíciles, son pasajeras. Reconocer esto nos da perspectiva y calma.
Prueba decirte: “Esto que siento ahora es temporal. Puedo estar aquí para mí mientras pasa”. Esta práctica no solo reduce el malestar, también fortalece tu capacidad para manejar desafíos futuros.
Beneficios de Gestionar las Emociones desde la Compasión
Reducción del estrés: La compasión disminuye la autocrítica, permitiendo un manejo más saludable del estrés.
Fortalecimiento de la autoestima: Al tratarnos con amabilidad, reforzamos nuestra confianza y valor personal.
Relaciones más saludables: Entender y aceptar tus propias emociones te permite conectar mejor con los demás.
Mayor resiliencia emocional: Afrontar los desafíos con compasión fortalece tu capacidad para adaptarte a las adversidades.
Reflexión Final
Gestionar tus emociones desde la compasión no se trata de evitar lo que sientes, sino de abrazarlo con cuidado y comprensión. Recuerda: no tienes que tener todas las respuestas ni ser perfecto(a). Lo importante es estar presente para ti mismo(a), aprender de tus emociones y cuidarte en el proceso.
La próxima vez que te enfrentes a un día difícil, pregúntate: ¿Qué puedo hacer ahora para ser amable conmigo mismo(a)? Ese pequeño acto de compasión puede transformar por completo tu experiencia.
Fuentes:
Neff, K. (2011). Self-Compassion: The Proven Power of Being Kind to Yourself. HarperCollins.
Linehan, M. M. (1993). Cognitive-Behavioral Treatment of Borderline Personality Disorder. The Guilford Press.
American Psychological Association (2020). The Role of Emotional Regulation in Mental Health.
Comentarios